Normas básicas de comportamiento con nuestros compañeros ciclistas
De todos/as es sabido que dentro de cada grupo de ciclistas de montaña siempre hay cierta persona que tarda un poco más que los demás, o cierta otra que no tiene paciencia alguna y siempre está metiendo prisa. También solemos encontrarnos con la típica persona que no deja de escupir, o aquella que olvida que el monte es de todos y deja sus incontables desperdicios desperdigados por cualquier lugar.Por este tipo de personas y por nosotros, a continuación veremos siete normas básicas de comportamiento que todo ciclista de montaña debería acatar por el bien de sus compañeros de ruta:
- 1. Esperar al más lento o rezagado. Un poco de sensibilidad nunca viene mal y por ello deberíamos esperar siempre al más rezagado del grupo. En cualquier salida en bicicleta siempre hay alguien que por los motivos que sea (pájara, lesión, resfriado o por haber salido de marcha la noche anterior), acaba más rezagado que el resto de los compañeros. No hay que rodar a su ritmo, pero no está de más esperarlo en distintos puntos de la ruta para que se reagrupe con el resto de compañeros. Además, no debemos olvidar que cuando el más rezagado consigue llegar nuevamente hasta el grupo, el resto de ciclistas ya están algo más descansados mientras que el recién llegado trae la lengua fuera. Unos minutos más de descanso no hacen daño a nadie.
- 2. Escupir con prudencia y más acierto. Puede sonar algo asqueroso, pero lo cierto es que cuando se realiza esfuerzo físico escupir ayuda a eliminar mucosidades que entorpecen una correcta respiración y resulta de gran ayuda a la hora de extraer elementos no deseados (véase tierra, polvo o incontables bichitos) que puedan haberse introducido en nuestra boca sobre la marcha. Por el bien de nuestros compañeros, sobretodo los que ruedan detrás nuestro, es muy aconsejable escupir siempre con prudencia y vigilando que nadie reciba una ducha no deseada. La mejor forma de escupir es hacerlo siempre apuntando bajo nuestro brazo, derecho o izquierdo, sin soltar el manillar para ello. De esta forma nos aseguramos que nuestras babas no acaben pegadas en la cara de algún asqueado compañero.
- 3. ¿Mocos? No, gracias. Es muy común encontrar dentro del grupo de ciclistas de montaña alguna persona que tenga la odiosa manía de ir lanzando mocos a diestro y siniestro como si se tratasen de las mismísimas telarañas de Spiderman. Para aquellos aficionados al lanzamiento de velas, no está de más decir que un pañuelo de papel funciona perfectamente bien para dicha tarea, y que en caso de hacerlo sobre la marcha, se debe hacer con prudencia y, mejor aún, cierto disimulo para evitar que el resto de compañeros del grupo tengan que ver las preciosidades amarillo-verdosas que salen de nuestra nariz.
- 4. Recoger los desperdicios propios. A lo largo de la ruta, vamos haciendo uso de diferentes objetos u alimentos (barritas, bocadillos, envoltorios, pañuelos, etc...) que van generando poco a poco una considerable colección de desperdicios. Nuestra basura es sólo nuestra, y por ello deberíamos ir guardando nuestro pequeño contingente de basura en la mochila o algún otro lugar para después deshacernos de ella en el lugar adecuado. Un buen ciclista no solamente guarda su propia basura, sino que recoge la de los demás y obliga a cualquier guarrete a sonrojarse un poco con un buen sermón acerca de los desperdicios que acaba de olvidar recoger.
- 5. El grupo de ciclistas al rescate. Algo también común durante una salida en bicicleta es encontrarse con alguna persona, ya sea de nuestro grupo o desconocida, parada en mitad del monte con algún problema sin resolver y con unos cuantos buitres ya sobrevolando sobre su cabeza. Un buen ciclista de montaña nunca debería dejar a otro tirado, por lo que es muy loable ofrecer todo tipo de ayuda necesaria a cualquier persona que pueda necesitarla. Un parche, una cámara, alguna herramienta específica o simplemente un trago de agua pueden ser la salvación de cualquier persona con problemas, incluidos nosotros mismos un día u otro.
- 6. Fotos para todos y con todos. Muchos ciclistas de montaña son aficionados a retratar sus aventuras gracias a cámaras de fotos o video, sobretodo los miembros de algún club o los que tienen algún tipo de blog o sitio web que luego tanto nos gusta visitar para ver dichas imágenes. El problema viene cuando, tras finalizar la ruta, nadie se da cuenta de que el fotógrafo en cuestión no aparece en ninguna imagen y desaparece del recuerdo de los demás como un fantasma. Por ello, siempre deberíamos mostrarnos dispuestos a fotografiarnos con nuestros compañeros, y ofrecernos voluntarios para fotografiar también al dueño de la cámara.
- 7. La comida, de todos y para todos. Ya sea por las prisas, por falta de costumbre o por un olvido, siempre hay alguna persona que necesita de nuestras exquisitas provisiones. Si paramos en algún lugar del monte a tomar un refrigerio y sentimos una mirada penetrante detrás nuestro, sin duda debemos hacernos cargo de la situación y ofrecer una pieza de fruta, un trozo de bocadillo o barrita y cualquier otra cosa a la persona que nos mira con cara de hambrienta y ojos tristones. Debemos recordar que cualquier día, el más necesitado puede ser nuestra propia persona.
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